by Daniel Fidanza
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Yo he dibujado toda mi vida, la talla apareció más tarde, en un viaje a Europa conocí el Románico, en Galicia, la escuela de arte religioso medieval y sus maravillosas tallas en madera, sentí inmediatamente que eso debía hacer, así que de vuelta en Buenos Aires lo intenté e inmediatamente sentí que ese era mi lenguaje, tallar es como dibujar, pero no ya en dos sino en tres dimensiones, tallar madera me produce un estado de conciencia que me armoniza, mientras trabajo las voces internas se acallan, en realidad es fácil hacerlo, todo consiste en escuchar con cuidadosa atención lo que la madera (que es siempre materia viva) pide y dejarse llevar. Cuando uno logra darse cuenta qué es lo que cada trozo de madera oculta sacarlo a la luz es fácil, pero básicamente es apasionante, es imposible no hacerlo.
Cada escultura es el registro del movimiento de mi cuerpo durante todos los días en que trabajé en la pieza por eso las tallas se impregnan de la energía de mi cuerpo en la labor, energía espiritual que llega a través de mis manos.
El trabajo manual tiene eso, transmite la energía del artista a la obra y esa energía queda atrapada en la materia.
Las muñecas articuladas son un intento de acercarme con mi trabajo a todas las personas, son mujeres vestidas con largos vestidos, pero cada una es única y personal. A pesar de la apariencia, no hay repetición en esta serie, sino un intento de profundización, se repite el estimulo para dejar salir todas las muñecas, todas las mujeres que surjan, yo nunca sé "quién" es a la que estoy tallando, cuando termino cada una y las uno al grupo allí recién me entero de cual es su personalidad e intuyo qué es lo que vino a decirme a mi, a decirnos a todos.
Cada una de estas muñecas hará su camino y encontrará su lugar, es muy fuerte y emocionante dejarlas ir, que cumplan su destino, su vida, que obviamente continuará más allá de mí.